martes, 13 de enero de 2015

¿«El Quijote» podado de Reverte o el prospecto del ibuprofeno? (Opinión)


En tiempos de recortes y rebajas, Santillana y la Real Academia Española lanzan al mercado una versión escolar de El Quijote por cuenta de Arturo Pérez-Reverte. Aunque el escritor murciano afirma que la adaptación pretende ser lo más fiel al texto cervantino, lo cierto es que esta presenta modificaciones sustanciales como "la renumeración y la refundición de algunos capítulos", la sustitución de algunas palabras para evitar las notas al pie de página y, por supuesto, un recorte notable de la historia. Además, se han prescindido de notas para especificar qué contenidos se han eliminado. Esto, como era de esperar, ha suscitado muy pocos aplausos y muchas críticas.

En cuanto al drama de El Quijote podado, no hay que olvidar que es solo un producto, una adaptación para los "lectores por obligación" de la ESO. Cada uno es libre de comprar el original, la adaptación de Reverte u otra. Donde algunos ven un atentado contra la literatura en manos de la Inquisición yo solo encuentro una carretera secundaria para conocer la obra magna de nuestra literatura. ¿Acaso es un atentado ofrecer alternativas?

Para mí, El Quijote es un libro enorme, en cuanto al valor filológico y sentimental, pero, para bien o para mal, no pocos creen que solo es enorme por su tamaño. Es tan cierto que, al principio, inspira temor –quizá sería más apropiado hablar de respeto– como también lo es la enorme cantidad de prejuicios acerca de su vigencia, de la dificultad para comprender ciertas palabras, de la densidad o de las diferencias respecto al castellano actual que entraña el de los siglos de oro. ¿Acaso no ayudaría a combatirlos el conocer la novela poco a poco? 

Tal vez los cambios deberían producirse en el deficiente sistema educativo, tal vez las familias deberían descubrir a los más pequeños lo bello de la literatura, pero tales cambios no se producen de un día a otro, son graduales. Por tanto, ni las anotaciones a pie de página ni la necesidad de aprobar son capaces de suplir las dificultades para adentrarse en El Quijote a una edad tan temprana. No nos engañemos: la obra íntegra se puede leer en el instituto, en el colegio y, si me apuráis, en parvulario, sí, pero sin percibir su grandeza, su potencial para reflexionar, su trascendencia, sino como un mero conjunto de letras combinadas, como el manual de una licuadora o el prospecto del ibuprofeno

Sinceramente, me alegra no haber tenido que leer la obra completa por obligación, con el único fin de aprobar una asignatura; me alegra haber descubierto hace unos poquitos meses la obra en su totalidad, sin prisas y con ansias por desgranar cada una de sus líneas. Y estoy convencido de que, a no ser por ello, me habría mostrado reticente a revisitarlo (en el cole tuve que leer una adaptación), porque hubiese asociado El Quijote con un libro de aventuras caballerescas sin más. 

Tampoco me parece mal que no haga mención a los capítulos eliminados. ¿Para qué? Cuando alguien me cuenta una anécdota, presupongo que elide información, y si me interesa, pregunto. Lo mismo ocurre aquí: el lector de esta adaptación, si se queda sediento de más Quijote (y más fiel), solo tiene que hacerse con la novela auténtica, la de Cervantes. 

En mi opinión, el problema radica en la terquedad de algunos por imponer la lectura de Cervantes a esa edad. ¿Por qué imponer a los alumnos una edad para iniciarse en las aventuras de Alonso y Panza? Iniciarse en él debería ser como el sexo: solo comenzar cuando uno se sienta preparado. Además, el problema de estas adaptaciones, de estos "snippets", radica en que, si la experiencia de su lectura no es grata, la puerta que comunica con el original queda cerrada

No obstante, falta tolerancia ante estas alternativas. Nunca he oído un debate sobre la conveniencia de las antologías poéticas. ¿Dónde está la diferencia con la poda de El Quijote? Una hipótesis: se confunde el rechazo hacia el editor, en este caso, Reverte, que tampoco es santo de mi devoción, con la adaptación en sí. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, al modo de vida de los lectores, pero, por supuesto, sin olvidar a aquellos, entre los que me incluyo, que nos gusta la literatura en su totalidad, sin excluir su complejidad, como un reto y como una experiencia que traslada, que conmueve y que "edita" al lector, no recortándolo, sino enriqueciéndolo.
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Os invito a leer el prólogo de Reverte y las cinco entradas que publiqué en este blog hace unos meses. También os invito a dejar vuestros comentarios: es enriquecedor conocer otros puntos de vista. Para comentar vía Blogger, debéis clicar en el cuadro naranja "Blogger" de abajo. 

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